Mucho se ha hablado y escrito sobre los diferentes tipos de dietas. La dieta disociada es una de ellas y estaría dentro de las llamadas dietas milagro.
No creo en las dietas milagro, simplemente creo en llevar unos hábitos saludables y hacer de ello un estilo de vida, sin sufrimiento y sin obsesiones por el número que marca la báscula.
Como todas las dietas con nombre basadas en contar calorías, el problema en ellas es conseguir la adherencia a medio-largo plazo sin llegar a tirar la toalla.
Otro posible problema relacionado con estas dietas sería que fueran perjudiciales para la salud, como algunas dietas que se ponen de moda y, sin ningún tipo de control, la gente se sube al carro. Lo que puede funcionar a unos, puede no hacerlo para otros, incluso puede condicionar su salud. No todos los cuerpos funcionan igual, muchos son los condicionantes que intervienen, entre ellos los hábitos alimentarios, la actividad física, la gestión del estrés, etc.
Dieta Keto
Dietas como la Atkins de los años 70 o ahora más conocida como dieta “low carb” o baja en hidratos de carbono son dietas que, si bien pueden ser útiles en depende que patologías, no son dietas recomendables para todo tipo de personas.
Podríamos decir lo mismo de la dieta cetogénica o dieta Keto, donde aún se reduce más todavía el consumo de hidratos, llegando a ser del 5% del total de las calorías ingeridas y dejando un 75% a las grasas atrayendo a muchas personas en su afán de perder peso y verse mejor delante del espejo.
Pero ¿os habéis parado a pensar en cuánto tiempo puede estar o aguantar el cuerpo en ese estado fisiológico, en cetosis? Por que sí, es una estrategia que el cuerpo utiliza frente a determinada situación adaptativa cuando no puede obtener energía de su principal fuente, los carbohidratos, y las reservas de los mismos están agotadas. Es entonces cuando el cuerpo entra en estado de cetosis, una situación especial, excepcional y adaptativa. El cuerpo no está diseñado para vivir en ese estado de forma continuada.
Dieta disociada, low carb, keto…
Volviendo al tema de la dieta disociada, quería hablar sobre ella ya que me habéis preguntado en varias ocasiones sobre mi manera de combinar los alimentos y la relación con la famosa dieta disociada.
La dieta disociada tiene su origen en los años 20 de la mano del Dr. William Howard. Howard, por sus problemas de salud cambió sus hábitos alimentarios y, al conseguir una gran mejora, se dedicó los siguientes años a desarrollar su método también conocido como la dieta Hay.
Él se basaba en los diferentes alimentos y su relación con el pH, proponiendo no mezclar según que tipos de alimentos en una misma comida, ya que para digerir los carbohidratos se necesitaba un medio básico y para digerir las proteínas un medio ácido.
Hay muchas críticas a este tipo de dieta, como que los alimentos no son 100% un solo macronutriente, sino una combinación de ellos, o que no hay evidencia científica a favor de separar los nutrientes para adelgazar.
Un estudio en el que se dividió a diferentes pacientes en 2 grupos, uno siguiendo una dieta disociada y otro comiendo los mismos alimentos pero combinándolos, no observó diferencias significativas de pérdida de peso en los 2 grupos. Podéis leer el estudio aquí.
El estudio, sin entrar demasiado en detalle en la forma que disocia o combina los alimentos, solo se enfoca en la pérdida de peso. No tiene en cuenta otros factores como la asimilación de los micronutrientes o el estado anímico de los pacientes.
Quizás el Dr. Howard había leído al pedagogo Arnold Ehret y su sistema curativo por dieta amucosa, cuyo principal objetivo es conseguir ganar tiempo, energía y recursos para poder desintoxicar al cuerpo y este pueda retomar la senda de la salud.
Combinación de los alimentos.
No hace falta evidencia científica para saber que si conseguimos llevar una alimentación sencilla, sin demasiadas mezclas y con alimentos menos procesados, vamos a conseguir ponérselo más fácil a nuestro sistema digestivo. Las digestiones se simplifican, por tanto, asimilaremos mejor los nutrientes y el gasto energético implicado en la digestión se minimizará al mínimo indispensable.
Una de las formas de conseguir energía es no gastándola, y aquí es donde entra en el juego la combinación de alimentos, para conseguir unas digestiones ligeras y más limpias, con alimentos más puros, que provean de buenos micronutrientes asimilables con bajos niveles de toxicidad.
También sabemos que la forma de combinar los alimentos puede ayudar o entorpecer la asimilación de diferentes vitaminas o minerales como por ejemplo la absorción de hierro vegetal combinándolo con vitamina C que puede verse duplicada o, incluso, triplicarse.
O sabemos que las amilasas liberadas en la saliva, enzimas encargadas de la descomposición de los carbohidratos en azúcares simples, se inactivan en un medio ácido. La digestión de los carbohidratos empieza en la boca, por la acción de las amilasas salivares, y se frena en el estómago, donde el medio es ácido y estas enzimas se empiezan a inactivar.
Por otro lado, la digestión enzimática de las proteínas, al necesitar un medio ácido para activarse, no empieza hasta que llegan al estómago. De ahí que podamos deducir fácilmente que la forma de comer y combinar los alimentos es importante.
Dieta alcalina y pH
Sabemos que la sangre se mueve en un rango muy estrecho de valores del pH para poder asegurar la vida, entre 7,35 y 7,45. También sabemos que el pH intracelular está alrededor de 7,2. Por regla general nuestro organismo funciona en un ambiente básico eliminando ácidos como productos de desecho a través del sudor, la respiración o la orina.
El cuerpo humano dispone de mecanismos de equilibrio para que el rango de pH se mantenga en los valores adecuados para la vida. Aquí podríamos hablar también de las famosas dietas alcalinas y sus críticos científicos hablando de que los alimentos no pueden modificar el pH de la sangre.
Volvemos a mirar el dedo cuando nos señalan la luna. El problema sigue siendo el mismo, si recargamos nuestro sistema produciendo desechos ácidos con una alimentación demasiado tóxica consumiendo muchos alimentos procesados, refinados, alcohol, etc. forzamos a nuestro organismo a estar poniendo en marcha continuamente nuestro sistema compensatorio para mantener el pH regulado.
Creo que se puede intuir por donde voy. Lo importante en un estado de salud débil, con falta de vitalidad, es no sobrecargarlo más. Ponérselo lo más fácil posible al cuerpo para que pueda volver a un estado de equilibrio y de no enfermedad. Ahí está la clave según mi entender para lograr el éxito.
Escuchar al cuerpo.
Escuchar al cuerpo y aprender a escucharlo, para intentar llegar a entender que alimentos y combinaciones le están sentando bien o se lo están poniendo más complicado es uno de los objetivos que busco en mis sesiones.
Un objetivo que no es baladí: aprender a escuchar al cuerpo.
Un cuerpo que a veces lleva años siendo maltratado e intoxicado a base de venenos y drogas legales como medicamentos, alcohol y tabaco, por no mencionar otros productos considerados básicos muy instaurados en la vida diaria como el azúcar, el chocolate y el café entre otros.
Que lleva años a base de comidas procesadas, azúcares añadidos y todo tipo de conservantes y colorantes.
Con unos niveles de intoxicación demasiado elevados para poder escuchar y, sobre todo, entender lo que nos quiere decir.
Años soportando unos ingentes niveles de estrés y ansiedad por la locura de mundo moderno, distópico, exigente e hipercompetitivo en el que vivimos.
Alejado de la naturaleza y el contacto con los elementos naturales que nos permiten la vida.
Un cuerpo que durante el proceso de cambio de hábitos pasa por diferentes fases de desintoxicación y pide a gritos volver a lo de antes, como un adicto en plena crisis de desintoxicación.
En un ebook que estoy preparando os hablaré un poco más sobre la importancia que le doy a la combinación de alimentos y a la actitud que afrontamos a la hora de comer en la mesa, tanto o más importante que la forma de combinar. También os pondré unas recetas saludables de ejemplo para que podáis ponerlas en práctica.
Desde la escucha, el cuerpo te guiará hacia el camino de recuperar y mantener tu salud.