picar entre horas

Matar el gusanillo…

Y de repente, sin más, aparece la sensación de hambre. Pero si hace nada que acabas de comer, ¿cómo puede ser?


Intentas acallar esa sensación pero entonces se suma la mente, y los pensamientos y deseos de comer se repiten una y otra vez, de forma incesante, haciéndote creer que es una necesidad para convencerte de que tienes hambre. El gusanillo del estómago te está gritando a voces que tiene hambre y quiere que le des de comer. Ya está, convencida, necesitas comer algo, matar el gusanillo. La culpa, en forma de remordimientos y malestar físico, son las consecuencias que siguen. Y es que este gusanillo no se suele conformar con una manzana, normalmente pide cosas poco o nada saludables

En consulta me comentáis que en general coméis entre 3 y 4 veces al día: desayuno, comida, merienda y cena. Pero cuando entramos a detallar vuestro día a día, desde que os despertáis hasta que os acostáis, os dais cuenta de que esta no es la realidad, y es que los picoteos también cuentan. Aunque sea fruta, se tienen que tener en cuenta, ya que estamos activando nuestro sistema digestivo, volvemos a poner la maquinaria en activo y sí, la fruta natural también la activa, se digiere muy rápido, pero hay que digerirla.

Por tanto, las cifras cambian. En la gran mayoría de casos os sorprendéis al hacer el conteo de las veces que os lleváis comida a la boca. Al final, los momentos de inactividad y reposo del sistema digestivo son pocos a lo largo del día, incluso nulos en algunos casos, teniendo en cuenta el tipo de comida que se ingiera.

Manzana donut



La fruta es lo más rápido de digerir y, a partir de aquí, sumamos tiempo a la digestión conforme añadimos otros tipos de nutrientes, como almidones, farináceos, proteínas y grasas. Y aún más tiempo añadimos si estos alimentos los empezamos a mezclar entre ellos dando lugar a digestiones más complicadas y pesadas.



Efecto placentero en nuestro cerebro.

Los deseos de comer entre horas vienen muy de la mano de sabores dulces y grasientos, que solemos encontrarlos mezclados y empaquetados en todos los productos a los que con frecuencia recurrimos cuando nos pica el gusanillo. Palitos, barritas, galletitas, bizcochitos, snacks dulces y salados, etc. Precisamente los sabores que más recompensa positiva nos dan a nuestro cerebro. Y es que aquí, la dopamina, que es un neurotransmisor (hormona) que se segrega en el cerebro en respuesta a un estímulo, tiene mucho que ver.

Al comer este tipo de alimentos cargados de azúcares simples y grasas, nuestro cerebro, más concretamente la ruta dopaminérgica, se estimula y se refuerza, segregando más dopamina y haciendo que sintamos placer. Cosa que nos va a llevar a querer más comida de este tipo. Llámale tonto al cerebro, sabe lo que le gusta.

A lo importante. Tenemos que ponernos manos a la obra y detectar cuántas veces esta sensación de hambre, que puede ser ligera o voraz, es real. Y con ello no quiero decir que lo que sientas no sea real, sino que puede que esa hambre sea física o emocional, a consecuencia de alguna emoción que has sentido en el momento y que tu cuerpo lo traduce en sensación de hambre.

Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.

Miguel de Cervantes

¿Realmente es hambre?

O, quizás, esa hambre es consecuencia del estrés, y tu cuerpo responde con la búsqueda de comida para acallar esa sensación desagradable que pone en alerta a tu cuerpo, preparándolo para un posible ataque. Y es que el estrés es una respuesta fisiológica que el cuerpo tiene para protegerse y sobrevivir. Por eso, el estrés prolongado y elevado, actualmente está desencadenando consecuencias y problemas de salud, qué si no les damos la importancia que deberíamos y actuamos, a la larga van a condicionar tu vida. Afectaciones a nivel intestinal tipo inflamatorias (aquí tienen cabida todas las -itis) y desequilibrios en la microbiota intestinal, como las disbiosis, están a la orden del día.

Existen diferentes tipos de hambre y es el físico es que tenemos que conocer y saber identificar para descartarlo de otros tipos: emocional, mental, olfativo, bucal…

El que con más frecuencia solemos confundir con el real es el que está relacionado con las emociones y la ansiedad y/o el estrés. Recurrir a la comida es algo que hemos normalizado para tapar esa emoción que no dejamos o no sabemos transitar.


Comida basura

Matar al gusanillo

Si te has sentido identificada y has entrado en pensamientos negativos, te los voy a revertir. Y es que este gusanillo, el que aparece para confundir nuestras sensaciones, no el que aparece cuando realmente tenemos hambre por necesidad física, se puede reeducar e incluso hacer desaparecer.

Conocer tu cuerpo, identificando tus rutinas y tus necesidades, te va a llevar a conocer e identificar qué momentos son en los que necesitas comer y qué momentos son en los que necesitas recurrir a otras estrategias para vivir la emoción y transitarla, gestionando el estrés y rebajando la ansiedad.

¿Cómo matar al gusanillo?

  • Frente a la sensación de hambre, primero beber agua. La sensación de sed, se puede confundir con hambre, así que, ¿qué mejor que beber y ver si la sensación de hambre desaparece que ponerte a comer?
  • Antes de dejarte llevar por el piloto automático de llevarte algo a la boca, párate, sé consciente de lo que estás haciendo, pon los pies en la tierra y respira. ¿Tienes hambre?
  • Revisa tus hábitos y rutinas alimentarias. Es posible que no sean adecuadas y ese sea el motivo que tu hambre aparezca con más frecuencia.
  • Aléjate de todos los ultraprocesados que tengas a tu alcance: revisa la despensa, los cajones de la oficina, los bolsos…
  • Lleva siempre encima una pieza de fruta. Si no puedes todavía gestionar el gusanillo, es mejor tener una alternativa saludable.
  • Tener paciencia y constancia, las claves infalibles para poder hacer cualquier cambio que quieras introducir en tu día a día.

Estos son algunos de los truquis con los que puedes empezar a dejar de escuchar al gusanillo. Puedes descubrir más cuando estés plenamente concienciada de que quieres poner punto y final a esta dependencia de comer a todas horas cuando surge alguna situación que te descoloca.

No te engañes, no necesitas la comida para afrontar los retos de tu día a día.

Si quieres revisar tus hábitos en este test puedes hacerlo.

Vívete

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