Tengo que dejar de comer guarradas, apuntarme al gimnasio, el lunes empiezo la dieta, esta semana es la última que me compro una pasta en la panadería, se acabó la pizza del viernes noche, cuando empiecen los niños el cole me pongo en serio con el régimen, fuera el chocolate, el lunes empiezo con la detox y los jugos depurativos…Procrastinar, ¿hasta cuando?
PROCRASTINAR…¿hasta cuando?
Las frases del encabezado son frases que podrían recopilarse en un libro y que todas tienen un denominador en común: fijar el día en el que decidimos hacer un cambio que sabemos que necesitamos para, por fin, empezar a sentirnos mejor. Pero, seamos sinceras, ¿cuántas veces lo has hecho? Y es que salir de la “zona de confort” aterra. ¡Sí!, solo pensarlo nos entra el pánico que nos paraliza y nos hace retrasarlo en el tiempo, con tal de no enfrentarnos a este cambio. Incluso sabiendo que ese cambio nos va a ir bien, porque dejaremos de tener ese lastre que nos lleva a una dependencia, no acabamos de enfrentarnos a ello.
Así somos, o así hemos crecido, con miedo a ponernos manos a la obra con algún cambio en nuestra rutina. Si no le quieres llamar miedo, llámale como mejor te haga sentir, pero en realidad, postergamos hacer ese cambio por algún motivo, no porque nos da palo o se nos olvida. Hay un motivo de base y quizás no te has parado a pensar cual es.
El tiempo es un factor clave en esto, y es que el parar, te va a ayudar a llegar al quid de la cuestión. Y precisamente de falta de tiempo es de lo que todas nos quejamos, nos gustaría que el día tuviera más horas. Pero realmente, ¿es falta de tiempo o es falta de saber priorizar?
O quizás deberíamos asumir que a todo no podemos llegar. Y yo añadiría, que no deberíamos querer llegar a todo, porque somos cuerpos vivos y parte de nuestra actividad y vitalidad depende también de las horas de descanso, me refiero a dormir. Sí, esto de cerrar los ojos y dejar que el cuerpo repare y siga trabajando, pero realmente con lo que le toca hacer en esas horas que dormimos, que es activar la maquinaria para deshacernos de todo lo acumulado durante el día, todas aquellas toxinas o elementos de desecho que no son más que fruto de todo lo que durante el día le exigimos al cuerpo. Que esté activo mentalmente y físicamente, que haga la digestión de todo lo que comemos y de todo lo que sentimos (si, las emociones también se digieren) y que, además, no se queje.
Y esto nos lleva a que si no paramos, no nos dedicamos un tiempo a saber qué nos pasa. Vamos con el piloto automático puesto y tenemos que aprender a desactivarlo. Es necesario hacer este autochequeo interno, de las manos de quien mejor te conoce, y esa eres tú.
No se trata de ser ninguna experta, sino de dedicarte tiempo a ti para hacerte una sencilla pregunta, ¿cómo estoy? La respuesta quizás no sea tan sencilla, o sí, depende. Pero seguro que saldrán más preguntas.
Si no estás inspirada, te propongo unas cuantas:
- ¿Qué siento?
- ¿Cómo he llegado a esta situación?
- ¿Qué necesito ahora?
- ¿Por dónde empezar?
- ¿Qué es lo más prioritario?
- ¿Qué me puede ayudar?
- ¿Qué podría delegar?
- ¿Necesito ayuda?
Si ves demasiadas preguntas y sientes que esto es tiempo, pues te doy la razón. Y es que, de hecho, es un momento muy importante para ti. Después de todo, le dedicamos muchísimo tiempo a un montón de cosas que no tienen mucha importancia ¿Porqué no le dedicamos un rato de calidad a decidir qué es lo que realmente necesitamos?
Es necesario invertir tiempo de calidad si realmente quieres hacer un cambio en tus rutinas y que se mantenga.
Estamos acostumbradas a conseguir las cosas de forma rápida. Queremos las cosas sencillas, rápidas y para ayer. Amiga, puede que encuentres cosas que puedas conseguirlas así, pero cuando hablamos de cosas importantes en la vida, aquí no hay trampa ni cartón. Se necesita implicación, dedicación y compromiso si quieres que este cambio sea efectivo y venga para quedarse, ¡claro!
Así que, no te engañes, un hábito que llevas años haciéndolo y que has normalizado, no se cambia en un chasquido de dedos, no. A pesar de que puedas encontrar remedios milagrosos y anuncios con la solución mágica, no son más que falsas esperanzas que golpearán a tu autoestima cuando no consigas lo prometido.
Con esto tampoco quiero que lo veas negro ni que te desanimes. Simplemente se trata de planificar bien, con constancia y algo de paciencia. Tenemos la suerte de contar con un cuerpo súper agradecido. Al poco tiempo, días, de empezar con los cambios, lo notarás y el cuerpo te lo agradecerá, y eso te motivará a seguir adelante.

Los Lunes al Sol.
El lunes es el día que solemos marcar como inicio de los cambios. Empieza la cuenta, partimos de nuevo, dejamos atrás la semana y volvemos a por otra. Mentalmente es un gran estímulo para iniciar la semana con más ganas, con más ilusión y esperanzadas. Top motivación. Menuda presión que le metemos al lunes, no me gustaría estar en su piel.
Nos levantamos por la mañana y es posible que nada más abrir los ojos ya estés pensando en excusas para posponer los cambios. Y es que los lunes suelen ser duros: la vuelta al curro después del finde (la gran mayoría), madrugar, tirar de los peques o al revés, etc. Ya tienes suficiente con afrontar las responsabilidades del lunes y el cambio de ritmo del fin de semana, ¡como para ponerte con esos objetivos que te habías marcado!
Al final, más pronto que tarde ese mismo lunes, aplazamos los cambios para el siguiente, o para el otro o para después del cumpleaños del amigo de turno, o para después de las fiestas o…Y así, con cada intento, vamos llenando más esa pesada mochila cargadita de culpa y que atenta directamente contra nuestra autoestima, haciéndonos creer que no podemos. Y eso no es así, lo que pasa es que no te has planteado bien ese cambio. La cosa cambia si lo miras así.
Y esta forma de verlo, esta otra perspectiva, es la de la que quiero hablarte en estas líneas. Deja a un lado el procrastinar y apuesta por el AHORA. Con esto no quiero decirte que te pongas desde ya con todos los cambios, porque acabará siendo otro lunes al final del día, sino que te plantees primero si realmente quieres hacer algún cambio y a partir de aquí, que diseñes tu estrategia. Imprescindible, póntelo fácil, ¡para ti!
El ambiente que me rodea.
Aprovecho para contarte algo, y es que el ambiente que te rodea puede influir mucho en tu éxito. Y con esto, ¿qué quiero decir? Pues bien sencillo y de cajón vas a pensar. Y es que si el ambiente que te rodea te incita, te provoca y te tienta, lo más normal es, que como personas de carne y hueso y con sus emociones, acabemos tentadas por estos disparadores.
Un ejemplo más visual. Imagínate que tienes una reunión de trabajo en la que, además de agua, te ofrecen unos cuencos llenos de palomitas como tentempié.
Ahora imagínate que estás en el cine, donde también tienes a mano un cubilete de palomitas.
¿Dónde crees que vas acabar comiendo más palomitas? En el cine, obvio estarás pensando. ¡Pues exacto! de ahí la influencia del ambiente en tu conducta para comer, independientemente de la sensación de hambre.
Con esto quiero decir que prestar atención al ambiente es importante para lograr el cambio que te propongas. No quiero decir con esto que dejes de ir al cine, de hecho comer palomitas puede ser totalmente saludable. Al principio, dependiendo de cada uno, puedes optar por alejarte de esos ambientes que actúan como disparadores. Lo ideal, y es como yo trabajo, es acabar comprendiendo que no te pierdes nada por dejar de comer esas “palomitas”. Al contrario, dejarás de sentirte culpable entre otras cosas por haber conseguido no hacerlo, mejorando tu autoestima y logrando afianzar los motivos por los que has decidido realizar estos cambios. No se trata de ponértelo más difícil dejando de hacer actividades que te gustan, se trata de comprender y poner en una balanza si te compensa o no.
Por ejemplo, si quieres dejar de comer ese bombón después de la cena, esa galleta de chocolate, que acaban siendo varias, o esa bola de helado con pepitas de chocolate para darte un premio por el día que has llevado, no lo tengas a tu alcance, es decir, en tu despensa, armario de dulces o en tu nevera. Póntelo fácil y evita tener ese producto en casa. Favorece el ambiente no comprando esos productos y evitarás dolores de cabeza pensando en si me lo como o no, evitarás sentimiento de culpa y te ahorrarás el mal humor. Esto es ponértelo fácil.

Deja de procrastinar.
Con este matiz del ambiente, vamos a lo importante. ¿Cómo empezar a no procrastinar?
Pues bien, vamos a poner los puntos sobre las ies y vamos al grano, a lo importante, y a partir de aquí, tú decides si añadir o recurrir a otros recursos en tu día a día como ayuda.
Quiero ayudarte a EMPEZAR y a no ABANDONAR.
Para EMPEZAR:
- Imprescindible SINCERIDAD contigo misma y con tu actual situación o momento de vida.
Por ejemplo, no pretendas alimentarte de hoy para mañana incorporando todos los vegetales habidos y por haber cuando tus comidas hasta ahora han seguido el lema: de lo que come el gusanillo, ponme poquillo. No lo vas a conseguir de un día para otro, aunque sea lunes.
Así que sinceridad ante todo.
- Haz un listado para PRIORIZAR LO IMPORTANTE.
Coje papel y boli y empieza a apuntar todo aquello que para ti es importante, para tu cuerpo, para que puedas sentirte bien, ¿qué es lo que necesitas?
Por ejemplo:
· Hacer deporte.
· Salir a la montaña a pasear.
· Dejar de comer bollería y comida basura.
· Irme a cenar con la pareja.
· Masaje descontracturante.
· Dejar las bebidas azucaradas.
Ordénalas de mayor a menor según tus prioridades para sentirte bien.
- Ahora toca definir un cambio A TU MEDIDA, dentro de tus posibilidades reales y actuales.
Bien, ahora toca el punto en el que tienes que priorizar tu salud porque, si no estás bien, difícilmente tu entorno lo estará. Empieza a ser objetiva.
Sé sincera, ¿cuáles son objetivos alcanzables a día de hoy? Los que no lo sean, no pasa nada, ya llegará el día que sí sea el momento de alcanzarlos, así que, de momento, están fuera de la lista. Está bien que quieras mejorar tu día a día eliminando hábitos poco saludables, pero te ayudará más si empiezas a añadir hábitos saludables, porque así la consecuencia será eliminar los que no lo son.
Por ejemplo, empieza por incorporar un vegetal al día y asentarlo en tus rutinas para, poco a poco, ir incorporando más variedad.
Otro ejemplo: si tu nivel de actividad es más bien bajo, de casa al trabajo, del trabajo al cole de los peques y de ahí al banco del parque, puedes empezar por alargar los trayectos andando y dar más vuelta para potenciar tu actividad. Sube andando las escaleras, juega con los peques de forma activa y, porque no, da unos paseos a paso firme. Te será más fácil seguramente que empezar a ir al gimnasio.
- Prioriza el cambio MÁS FÁCIL para ti, ahora. Esto va a potenciar que te dé un subidón a tu autoestima y te anime a buscar el siguiente.
Ten esto presente:
- No te confíes, los cambios requieren tiempo, así que insiste y se CONSTANTE.
- Confía en ti, no te autosabotees. Sabes que este cambio es bueno si tiene un efecto positivo en ti, ya sea a nivel físico, emocional o mental. Acalla las voces que te hacen dudar y confía en tu decisión.
- Entender la flexibilidad, la rigidez puede ser contraproducente.
- Frente a un tropiezo durante el camino, actitud positiva. Entiende que ha pasado, asúmelo y continúa. Aléjate de la culpa.
- Por ÚLTIMO:
Empezar con estos cambios no es fácil para todo el mundo. La gran mayoría necesitamos ayuda, alguien que nos guíe para no sentirnos perdidos por el camino. Hoy en día hay mucha información a nuestro alcance. Infoxicación muchas veces. Separar el grano de la paja es una tarea que no es sencilla. Si tienes alguien a tu lado en la que puedas confiar, sabiendo que vas por el camino adecuado, que te apoya y te guía durante el proceso, lo tendrás más fácil.
Si necesitas ayuda, yo te puedo ayudar durante ese camino para que no te sientas sola, dándote las herramientas necesarias para conseguir tus objetivos.
Reserva aquí un ratito conmigo y hablamos sobre tu caso para ver como te puedo ayudar.
¡Saludos vitales!
“Haya verdad en el pensar, belleza en el sentir y bondad en el hacer”