Germinando vida.
¿Cuántas veces has apartado esos hilitos que no sabes bien lo que son y los dejas a un lado pensando que son para decorar?
¿Te parecen poco apetecibles?
¿Te da cosa probarlos?
En el post de hoy te quiero animar a que pruebes estos hilitos, que ya te anticipo que son germinados y ¡son comestibles!
En este post aprenderás:
- Qué son los germinados y en que se diferencian de los brotes.
- Cual son sus propiedades nutricionales.
- Diferentes tipos y clases de germinados
- Trucos para germinar en casa
Germinando que es gerundio…

La germinación es el proceso inicial de toda semilla que, en contacto con el agua, se aviva. El punto de partida entre la fase de resiliencia y la vida. Y es que, de una semilla germinada va a desarrollarse la planta que dará lugar a cereales, legumbres u otros frutos, ya sean comestibles o no.
Aunque parece que hoy en día es más fácil encontrar germinados en las neveras de los supermercados, todavía su consumo no está muy estandarizado. Y esto se refleja en aquellos lugares donde los incluyen en sus platos.
Suelen ser los restaurantes healthys o más chics los que se atreven a incluirlos en sus platos. Luego está la gente como yo que por curiosidad los descubrió y desde entonces se le abrió un inmenso abanico de variedades de germinados que nutren los platos, además de darle ese toque especial a las ensaladas, cremas, sopas, pastas, arroces… ¡en fin! en un montón de platos.
Una vez entras en el mundo de los germinados descubres que hay muchas variedades. No os voy a engañar, hay semillas más fáciles de germinar que otras. Lo bueno es que una vez que empieces a germinar no podrás parar, querrás probar a germinar toda semilla que se cruce en tu camino, convirtiéndose algunas semillas en verdaderas proezas. Incluso empezarás a germinar tallos de raíces como la zanahoria, remolacha, nabo…un sinfín de posibilidades.
Germinados vs Brotes.

Voy a intentar aclarar la diferencia entre los germinados y los brotes, aunque parecidos no son técnicamente lo mismo.
Pues bien, en realidad proceden del mismo punto de partida, de la semilla, pero son fases de desarrollo diferente. Os cuento.
La semilla está en una fase de quietud, de reservorio, esperando a que le toque la lotería y el agua entre en contacto con ella junto con luz de forma indirecta. Porque llegado a ese punto, la semilla pasará de estar en un estado de inactividad a un estado de vitalidad.
En este momento en el que el interior de la semilla se ha avivado, su parte interna llamada embrión empieza a desarrollarse dando paso a la rotura de su cáscara o caparazón mediante un pequeño tallo que empieza a abrirse camino en busca de la luz. Este tallo es parecido a una pequeña colita.
Pues bien, en este estado o fase y hasta que no se desarrollen las dos primeras hojitas, llamadas por si os pica la curiosidad, cotiledones, les llamamos germinados.
Una vez desarrollados los cotiledones, pasamos a llamarlos brotes.
¿Y qué viene a posteriori? Pues una vez se empiezan a desarrollar las hojas definitivas, que crecen entre los cotiledones, pasamos a llamarlos microplantas. A partir de aquí el crecimiento de la planta seguirá hasta madurarse, es decir, hacerse adulta.
Hoy nos centraremos en los germinados. Pero que sepáis que es todo un mundo y que podéis preparar unos platos super nutritivos, super vitalizantes, energizantes, multivitamínicos y me quedo corta con la combinación de estos tres estadios de crecimiento de una planta. Además, añadiéndolos a los platos aportaremos color, textura y sabores diferentes, porque cada tipo de semilla tiene características que nos permite diferenciarlas de otras.

Por ejemplo, los germinados de rabanito son de un color liláceo, son gorditos, tienen unas microraíces que visualmente son muy curiosos de ver y de sabor son ligeramente picantes. En cambio, los de fenogreco son de color blanco amarillento, más finitos y su sabor y olor recuerda al curry.
¿Qué nos aporta su consumo habitual?
¿Te has parado a pensar qué es lo que estás consumiendo cuando comes germinados?
Pues si ya os he comentado que al activar la semilla ésta se aviva, pues os podéis hacer una idea de que lo que comemos es pura vida. Es decir, nos alimentamos de toda la energía que tiene esta semilla que está en pleno proceso de crecer hasta convertirse en planta.
Por tanto, tenemos en un germinado una gran concentración de nutrientes puros y vivos, que traducido viene a decirnos que el consumo de energía para digerirlos será mínimo. Esto los convierte en nutrientes depurativos, reconstituyentes y de fácil digestión.
Fuente natural de vitaminas y nutrientes completos
El germinado y sus posteriores fases, brote y microplanta, tienen propiedades nutricionales superiores a la semilla. El contenido de vitaminas, minerales, oligoelementos y enzimas se multiplica por centenares tras la geminación, incluso se desarrollan nutrientes que no están presentes en la semilla seca.
Así pues, durante la germinación se activan toda una serie de enzimas que darán vida al germinado. Nutricionalmente hablando las transformaciones que sufre la semilla son:
- Almidones pasan a azúcares simples
- Proteínas se descomponen a péptidos y aminoácidos.
- Grasas pasan a ácidos grasos simples
- Vitaminas y Minerales se multiplican
En definitiva, se enriquecen nutricionalmente.
Antinutrientes para nosotros, salvavidas para las semillas
Las semillas contienen naturalmente ciertas sustancias que las protegen frente al ataque de insectos, parásitos, hongos y bacterias. Pero resulta que esas sustancias protectoras para ellas tienen un efecto contrario para nosotros. Y es que, al ingerirlos, entorpecen o inhiben la manera como nuestro organismo absorbe ciertos nutrientes, ya sea de la propia semilla o de otro alimento que comamos junto a ellas. A estas substancias se las conoce como antinutrientes, como por ejemplo lo es el ácido fítico.
Estas substancias se inactivan por la acción de ciertas enzimas que se activan cuando la semilla empieza a germinar, es decir, cuando entra en contacto con el agua. Es por ello que para reducir o minimizar el efecto de los antinutrientes una opción es poner a remojo las semillas antes de consumirlas.
Los antinutrientes no solo están presentes en semillas, sino también en otros alimentos vegetales y también animales.
Pero no nos volvamos locos pensando en los antinutrientes que ingerimos o dejamos de ingerir. Lo importante es preocuparnos de seguir una dieta sana, equilibrada, viva y variada.
Tips para germinar desde ¡ya!
Es recomendable utilizar semillas de buena calidad, a poder ser ecológicas.
Mejor que empecemos por semillas de fácil germinado, como son las de alfalfa, lenteja, fenogreco y pipas de girasol.
No te cargues de instrumentos para germinar, prueba con un tarro de cristal, un trozo de tela mosquitera o malla y poco más.
3,2,1…Germina!
El proceso para germinar es bien sencillo si empezamos con una semilla facilona,
- REMOJO:
- Cubrir el fondo del tarro con las semillas, que el grosor no supere el medio centímetro. Sumergirlas en agua, en un volumen que supere los dos dedos por encima.
- El tiempo de remojo dependerá del tipo de semilla y la calidad. A más vieja, más le costará germinar. Aquí más vale quedarse cortos en tiempo, para evitar que la semilla se pudra. Seguir las indicaciones de las semillas compradas.
- El agua que sea de calidad y que esté tibia.
- Dejar el tiempo indicado en un lugar a oscuras por ejemplo, dentro del armario, a una temperatura entre 17 y 20º.
2. GERMINADO:

- Pasado el tiempo, tiramos el agua de remojo y escurrimos las semillas en un colador.
- Lavamos las semillas y las escurrimos bien.
- Disponemos las semillas de nuevo en el tarro, le colocamos la tela de rejilla en la boca del tarro y la fijamos con una goma. Colocaremos el tarro boca abajo e inclinado para que vaya soltando los restos de agua del lavado. Así pues, es conveniente que busquemos un bol donde mantener el tarro invertido e inclinado.
- Guardar de nuevo en su lugar a oscuras y temperatura cálida.
3. MANTENIMIENTO DIARIO
- Repetiremos el proceso de lavado un par de veces al día.
- Mantendremos el tarro fuera del contacto directo con el sol, hasta que los germinados tengan de 2-3cm. Una vez pasado el tamaño ya puede tocarles el sol indirecto.
- Importante dejar escurrir bien los germinados para evitar que se pudran.
4. ALMACENAJE
- Una vez los tengamos del tamaño deseado, los sacaremos del frasco evitando chafarlos y los guardaremos en un túper de cristal con tapa hermética dentro de la nevera. Aquí los germinados siguen creciendo pero de una manera más lenta debido a la baja temperatura.
- Para evitar el exceso de agua, pondremos una servilleta o trapo de algodón en el fondo del tupper para que absorba el exceso de agua.
- No los dejéis más de 15 días en la nevera para aprovechar de manera óptima sus nutrientes.
Lo ideal es que nos comamos los germinados crudos, sin cocinar. Y enteros, sin sacarle las hojas ni raíces. La cáscara sí podemos evitarla, descartándola a medida que vamos realizando los enjuagues.

Si te suelen sentar mal las legumbres causándote indigestión o gases, recuerda que el germinado de legumbres es una muy buena alterativa para consumirlas para estos casos. Se digieren mejor y los hacemos más compatibles con otras comidas.
En conclusión, el germinado es la mejor versión de una planta ya que, en un tamaño tan diminuto, se concentran gran cantidad de nutrientes, más que los que tendrá en estado de planta adulta.
Actualmente podéis encontrar semillas para germinar disponibles en cualquier tienda especializada. Desde los clásicos de alfalfa hasta los de colinabo.
Aquí un listado de los germinados que encontraréis más frecuentemente comercializados:
- Alfalfa
- Cebolla
- Rabanito
- Col lombarda
- Col Kale
- Brócoli
- Fenogreco
Y hasta aquí la sesión de germinados de hoy.
Seguimos en el próximo post y recuerda compartirlo y dejarme algún comentario para saber si te ha gustado o no el contenido, o cualquier curiosidad que te surja.
Germina y…¡Vitalízate!